sábado, 20 de diciembre de 2014

Juan de Aragón


Juan de Aragón nació en Sevilla el 30 de junio de 1478 durante la Guerra de Sucesión Castellana. Se sabe que el parto real fue asistido por una partera sevillana, conocida como la Herradera y que contó con la presencia como testigos designados por el rey Fernando, de Garci Téllez, Alonso Melgarejo, Fernando de Abrejo y Juan de Pineda, según marcaban las normas castellanas, para disipar la menor duda de que era hijo de la reina. Ya con casi 19 años, se casó en abril de 1497, en la catedral de Burgos con la archiduquesa Margarita de Austria, hija del rey de romanos Maximiliano I de Habsburgo y de la duquesa María de Borgoña. Seis meses después de su boda, el 4 de octubre, murió en Salamanca, ciudad a la que había llegado de camino hacia la boda de su hermana, a consecuencia de la tuberculosis. Unos meses después su mujer Margarita dio a luz a una hija que murió en el parto. Tras estos acontecimientos, la hermana mayor de Juan, Isabel, fue nombrada princesa de Asturias y de Gerona. Su cuerpo debía reposar en el Real Monasterio de Santo Tomás de avila, en el precioso sepulcro realizado años después en 1510 por Domenico Fancelli, por encargo de Fernando el Católico, pero fue profanado durante la Guerra de Independencia Española y actualmente se desconoce dónde se encuentran sus restos. En 1492, Cristóbal Colón denominó a la recién descubierta isla de Cuba Isla Juana en deferencia al Príncipe Juan, que era en aquellos momentos el heredero.
El epitafio del sepulcro dice lo siguiente: Juan, Príncipe de las Españas, de virtudes y ciencia lleno, verdadero cristiano, muy amado de sus padres y de su patria, en pocos años realizó muchas obras buenas con prudencia y virtud. Descansa en este túmulo mandado hacer por su óptimo y piadoso padre Fernando, rey invicto y defensor de la Iglesia. Su madre, la Reina Isabel, purísima y depósito de todas las virtudes, mandó por testamento se hiciese tal. Vivió diez y nueve años y murió en 1497.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Isabel - BSO - Series 1 y 2

Isabel de Aragón


Isabel de Aragón Nació el 2 de octubre de 1470 en la localidad palentina de Dueñas, a la que sus padres se habían retirado para mayor seguridad tras casarse en Valladolid en 1469, alojándose en el Palacio de los condes de Buendía. Este palacio pertenecía en esos momentos a Pedro Vázquez de Acuña, hermano del arzobispo de Toledo Alonso Carrillo de Acuña, quienes habían apoyado la causa isabelina desde un primer momento, concertando su matrimonio con Fernando de Aragón. El heredero del condado, Lope Vázquez de Acuña, había emparentado además con Fernando al haber contraído matrimonio con su tía Inés Enríquez de Quiñones. Al ser la primogénita, será jurada como, princesa de Asturias, es decir, heredera de la corona, en las Cortes de Madrigal de las Altas Torres en 1476, hasta su desplazamiento en la línea sucesoria por el nacimiento de su hermano Juan en 1478. Asegurada la sucesión de los reinos hispanos, los Reyes Católicos deciden concertar uniones matrimoniales para sus hijas. Se concierta entonces, como una de las cláusulas del Tratado de Alcáçovas 1479, el matrimonio de Isabel con el príncipe heredero de Portugal, Alfonso, único hijo superviviente del rey Juan II. Isabel se traslada entonces a Portugal, con la incertidumbre sobre cómo sería su futuro en su nuevo país. La boda se celebra en la ciudad de Estremoz el 3 de noviembre de 1490. En el momento del enlace, Isabel contaba con veinte años recién cumplidos, mientras que el infante Alfonso tenía apenas 15. A pesar de esta diferencia de edad, desde el primer instante que se conocieron se enamoraron; así, lo que en un comienzo fue un matrimonio político terminó siendo una unión por amor. La feliz unión de Isabel y Alfonso sería de corta duración ya que el 13 de julio de 1491, el joven infante fallece a causa de una caída de caballo. Sin hijos y devastada por el dolor, Isabel vuelve a España como princesa viuda de Portugal. Para demostrar su dolor por la muerte de su esposo, Isabel corta su cabello rubio y viste una jerga, túnica arpillera, cubriéndose con un espeso velo. Se dedica a vivir silenciosamente sumida en las oraciones, adoptando el hábito de las hermanas clarisas y solicitando entonces a sus padres los reyes su permiso para convertirse en monja, pero estos tenían otros planes para ella. Isabel y Fernando deseaban casarla con el nuevo heredero al trono de Portugal, Manuel, que había conocido a la princesa Isabel en su breve estadía en Portugal y se sentía atraído por ella. La princesa viuda no deseaba esta unión, se había convertido en una gran defensora de la fe cristiana y sentía mucha intolerancia hacia los herejes en realidad, lo único que quería era dedicarse a la oración y tomar los hábitos. Pero al final no pudo resistir la presión de sus padres; por ello en 1496 accede a casarse con el ya rey Manuel I de Portugal, pero impone una condición: los judíos deben ser expulsados de Portugal. En primera instancia el rey Manuel vaciló porque admiraba a los judíos por sus conocimientos y por los servicios financieros que aportaban a la corona, pero luego accedió. Así que el 13 de septiembre de 1497, los reyes y la princesa Isabel partieron de Medina del Campo hacia la ciudad fronteriza de Valencia de Alcántara para celebrar el día 30 la boda. Poco después, Isabel entra con su nuevo marido en Portugal, como reina consorte. El 6 de octubre de 1497 muere su hermano Juan, príncipe de Asturias, lo que convierte a Isabel en la heredera del trono de Castilla. Isabel y Manuel son convocados por los Reyes Católicos. Los reyes de Portugal llegan al Monasterio de Guadalupe el 7 de abril de 1498, siendo recibidos afectuosamente por el pueblo. Sin embargo, desde su llegada, Isabel y Fernando se dieron cuenta que la actitud de su hija no había cambiado; la reina de Portugal seguía tan sombría y ansiosa como antes de su segunda boda. Para el momento de su regreso a España se encontraba embarazada de cinco meses. El 23 de agosto da a luz un niño que se llamó Miguel de la Paz. Una hora después del nacimiento de su hijo, Isabel murió. Este trágico suceso aconteció en las dependencias del Palacio Arzobispal de Zaragoza, en las estancias que en la actualidad componen el Museo Diocesano de Zaragoza, ya que este palacio fue usado como residencia habitual por los reyes de la Corona de Aragón.