domingo, 19 de febrero de 2012

Ramiro I de Asturias

Ramiro I de Asturias hijo de Vermudo I, gobernó tras la muerte de Alfonso II desde 842 hasta 850 siendo entonces sucedido por su hijo Ordoño I. Durante su reinado Ramiro tuvo que enfrentarse contra los musulmanes de al-Andalus, según los historiadores de la época por dos veces, aunque la legendaria batalla de Clavijo nunca se produjo y la victoria del rey visigodo correspondió a su sucesor, Ordoño I. Además tuvo que enfrentarse a diversos intentos de sus rivales por usurparle la corona. El primero de ellos Nepociano que oponiéndose a la designación de Ramiro como sucesor de Alfonso II y aprovechando su ausencia se proclamó rey aunque fue derrotado poco tiempo después por Ramiro en la batalla de Cornellana tras desencadenarse una guerra civil por la sucesión entre ambas facciones. En castigo Ramiro ordenó aplicarle a Nepociano la pena de ceguera prescrita en las leyes visigodas, sacarle los ojos. Sin embargo sus rivales no desistieron y más tarde un conde palatino de nombre Aldroito se levantó contra el rey que mandó que mandó aplicarle igual pena, y aun otro de nombre Piniolo que también lo intentó fue condenado a muerte junto con sus siete hijos. Con otros delitos el rey se mostraba igualmente severo, ya ordenaba sacarles los ojos a los ladrones ya quemar en la hoguera a los magos y adivinos, purgando con ello sus estados de salteadores y estafadores. Semejante rigor hizo que los cronistas de la época le llamaran la vara de la justicia. Con los normandos también hubo de enfrentarse poco después de comenzar su reinado. Una flota de 70 naves acaudillada por Wittingur penetró el año 843 por el mar Cantábrico amenazando las playas asturianas. Llegaron hasta Gijón pero intimidados por las fortificaciones de la ciudad prefirieon proseguir viaje más allá del Cabo Ortegal desembarcando finalmente cerca del puerto de Brigantium. Ramiro envió un ejército contra los invasores cusándoles numerosas pérdidas en tierra, destruyendo algunas de sus naves y obligándoles a retirarse de aquellas costas. No menos piadoso que su predecesores, Ramiro edificó cerca de Oviedo varios templos: en las faldas del Naranco el Palacio de Santa María que fue palacio de vacaciones del rey y más tarde se convirtió en iglesia bajo la advocación de Santa María, y San Miguel de Lillo que se supone fue la capilla del palacio, y en la localidad de Lena, en las estribaciones del puerto de Pajares, Santa Cristina de Lena. Tras su muerte el año 850 sus restos fuerron enterrados en el panteón de los reyes erigido en Oviedo por Alfonso el Casto. A partir de su reinado cesaron las designaciones de sucesores permaneciendo su dinastía en el trono durante varios siglos.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Batalla del Clavijo

La batalla de Clavijo, es un supuesto enfrentamiento que se consideró durante mucho tiempo una de las más célebres batallas de la Reconquista, dirigida por el rey Ramiro I de Asturias contra los musulmanes. Se habría producido en el denominado Campo de la Matanza, en las cercanías de Clavijo, La Rioja fechada el 23 de mayo del año 844. Sus características míticas su condición de justificación del Voto de Santiago, y la revisión que desde el siglo XVIII supuso la crítica historiográfica de Juan Francisco Masdeu; la han hecho ser considerada en la actualidad más bien una batalla legendaria, cuya inclusión en las crónicas se debería al arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, y que incluiría, mezclándolos y mixtificándolos, datos de otras batallas de diferentes momentos y localizaciones, aunque es en grandes rasgos, la mitificación de la batalla de Albelda. No obstante, la batalla siguió siendo celebrada como un elemento de conformación de la historia nacional española. Lo que sí sabemos, por las Crónicas Najerenses, es de campañas de Ramiro contra los árabes, mientras que las crónicas de Abderramán II hablan de campañas moras en Álava, pero unas y otras coinciden en las fuertes luchas en el área riojana. Más concretamente, las fuentes asturleonesas cuentan que Ordoño I, el hijo de Ramiro I, cercó la ciudad de Albelda y estableció su base en el Monte Laturce, es decir, el mismo lugar donde la leyenda sitúa la batalla de Clavijo. Y los hallazgos arqueológicos no dejan lugar a dudas: en Albelda se combatió, y mucho. También es la referencia histórica que Enrique IV y posteriormente el resto de monarcas han empleado para la creación y confirmación de privilegios al Antiguo e Ilustre Solar de Tejada, único señorío que se ha mantenido desde entonces hasta la actualidad. La batalla tendría su origen en la negativa de Ramiro I de Asturias a seguir pagando tributos a los emires árabes, con especial incidencia en el tributo de las cien Doncellas. Por ello las tropas cristianas, capitaneadas por Ramiro I, irían en busca de los musulmanes, con Abderramán II al mando, pero al llegar a Nájera y Albelda se verían rodeados por un numeroso ejército árabe formado por tropas de la península y por levas provenientes de la zona que correspondería actualmente con Marruecos, teniendo los cristianos que refugiarse en el castillo de Clavijo en Monte Laturce. Las crónicas cuentan que Ramiro I tuvo un sueño en el que aparecía el Apóstol Santiago, asegurando su presencia en la batalla, seguida de la victoria. De acuerdo con aquella leyenda, al día siguiente los ejércitos de Ramiro I, animados por la presencia del Apóstol montado en un corcel blanco, vencieron a sus oponentes.



miércoles, 8 de febrero de 2012

Don Pelayo

Don Pelayo fue el primer monarca del reino de Asturias que rigió hasta su muerte. Su origen es controvertido, aunque se le atribuyen los orígenes más variados. La Crónica Albeldense le hace un noble godo. El testamento de Alfonso III, del año 869, en que el rey Magno dona al presbítero Sisnando la iglesia de Santa María de Tenciana que su tío Alfonso el Casto había ganado de las propiedades pertenecientes a su bisabuelo Pelayo, vincula territorialmente a Pelayo con el área central de Asturias, aunque sin aportar datos sobre su lugar de origen. Frenó la expansión de los musulmanes hacia el norte, comenzó la Reconquista y se le ha considerado tradicionalmente como el fundador del reino de Asturias, aunque recientes investigaciones arqueológicas sugieren que podría haberlo hecho sobre una organización política local previa. Según la leyenda, Pelayo era un noble visigodo, hijo del duque Favila. Debido a las intrigas entre la nobleza visigoda, el rey Witiza conspiró para asesinar a su padre. Pelayo huyó a Asturias, donde tenía amigos o familia. Posteriormente, al sentirse inseguro en la Península, marchó como peregrino a Jerusalén. Allí permaneció hasta la muerte de Witiza y entronización de Rodrigo, del que era partidario. Con éste, ocupó el cargo de conde de espatarios o de la guardia del rey y como tal combatió en la batalla de Guadalete en abril o mayo del año 711. Tras la batalla se refugió en Toledo y, a la caída de la ciudad mientras otros escapaban a Francia, él volvió a Asturias, supuestamente custodiando el tesoro del rey visigodo. Las primeras incursiones árabes en el norte fueron las de Muza entre los años 712 y 714. Entró en Asturias por el puerto de Tarna, remontó el río Nalón y tomó Lucus Asturum y luego Gijón, donde dejó a cargo al gobernador Munuza. Las familias dominantes del resto de las ciudades asturianas capitularon y probablemente también la familia de Pelayo. En 718 tuvo lugar una primera revuelta encabezada por Pelayo , que fracasó. Pelayo fue detenido y enviado a Córdoba. Sin embargo, consiguió escapar y volver a Asturias, donde encabezó una segunda sublevación y se refugió en las montañas de Covadonga y Cangas, donde se mantenía la resistencia. En 722 Munuza envió a un general, Al Qama, a someter a los sublevados. Al Qama se dirigió hacia Bres , donde se encontraba Pelayo. Éste se dirigió huyendo hasta el monte Auseva, en el valle de Cangas y allí, en la Batalla de Covadonga, aniquiló al destacamento de Al Qama que venía de la península para ayudar a eliminar definitivamente la resistencia en las montañas. Posteriormente a esta batalla, el gobernador militar al mando de la mitad norte de la península Ibérica, Munuza, que tenía como base Gigia , intentó escapar de Asturias y alcanzar la seguridad de sus posiciones en la meseta, pero fue dado alcance y muerto junto con su séquito y sus tropas en un valle del centro de Asturias.





viernes, 3 de febrero de 2012

Batalla de Covadonga

La batalla de Covadonga tuvo lugar en 722 en Covadonga, un paraje próximo a Cangas de Onís en Asturia, entre el ejército de Don Pelayo y tropas musulmanas, que resultaron derrotadas. Esta acción bélica se considera como el arranque de la Reconquista. Gobernaba el norte peninsular desde Gijón un bereber llamado Munuza, cuya autoridad fue desafiada por los dirigentes astures que, reunidos en Cangas de Onís en 718 bajo el liderazgo de Pelayo, tomaron la decisión de rebelarse negándose a pagar impuestos exigidos, el jaray y el yizia. Tras algunas acciones de castigo a cargo de tropas árabes locales, Munuza solicitó la intervención de refuerzos desde Córdoba. Aunque se restó importancia a lo que estaba sucediendo en el extremo ibérico, el valí Ambasa envió al mando de Al Qama un cuerpo expedicionario sarraceno que probablemente en ningún caso alcanzaría la cifra de 180.000 hombres dada por las crónicas cristianas. En cuanto a las fuerzas de Pelayo, la historiografía reciente las cuantifica en poco más de 300 combatientes. Con ellas esperó a los musulmanes en un lugar estratégico, como el angosto valle de Cangas de los Picos de Europa cuyo fondo cierra el monte Auseva, donde un atacante ordenado no dispone de espacio para maniobrar y pierde la eficacia que el número y la organización podrían otorgarle. Allí, en 722, se produjo el enfrentamiento, cuya dimensión se desconoce y que pudo tratarse de una batalla o una simple escaramuza. La cuestión es que las tropas sarracenas fueron diezmadas, obligando a Munuza a escapar de Gijón, donde se hallaba en ese momento. No logró huir el gobernador musulmán dado que él y sus tropas encontraron la muerte. Un centenar de hombres comandados por Pelayo habían ocupado la célebre cueva de Covadonga, atacando desde allí a las desconcertadas tropas moras. Al Qama halló la muerte en este lance, mientras que sus fuerzas sufrieron grandes pérdidas en su desordenada huida, al caer sobre ellos una ladera debido a un desprendimiento de tierras, probablemente provocado, cerca de Cosgaya en Cantabria. Esta victoria permitió que el reino no volviese a ser atacado por fuerzas musulmanas. La batalla de Covadonga supuso la primera victoria de un contingente rebelde contra la dominación musulmana en la Península Ibérica. Tuvo una amplia difusión en la historiografía posterior como detonante del establecimiento de una insurrección organizada que desembocaría en la fundación, en primera instancia, del reino independiente de Asturias, y de otros reinos cristianos que en última instancia culminaría con la formación del Reino de España.